El origen de la Eucaristía se realiza en la celebración de la última cena de Jesús con sus Apóstoles en el cenáculo, momentos previos a su pasión, muerte y resurrección en Jerusalén, como nos lo transmite el apóstol Pablo “Lo que yo recibí del Señor, y a mi vez les he transmitido, es lo siguiente: El Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó el pan, dio gracias, lo partió y dijo: «Esto es mi Cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía». De la misma manera, después de cenar, tomó la copa, diciendo: «Esta copa es la Nueva Alianza que se sella con mi Sangre. Siempre que la beban, háganlo en memora mía». Y así, siempre que coman este pan y beban esta copa, proclamarán la muerte del Señor hasta que él vuelva.” (1 Co 11, 23 – 26)
La celebración de la solemnidad del cuerpo y la sangre de Cristo, inicia con el milagro eucarístico en Bolsena (Orvieto – Italia), en el verano de 1264, cuando el sacerdote Pedro de Praga, celebraba la Eucaristía en la capilla de Santa Cristina, y la Sagrada Hostia se convirtió en carne, comenzó a sangrar y manchó el corporal. El papa Urbano IV, a través de la Bula Transiturus de hoc mundo, instituye la fiesta del Corpus Christi, el 11 de agosto de 1264
El Catecismo de la Iglesia Católica en los numerales 1329 – 1332 nos recuerda que la Eucaristía es banquete, porque participamos de la mesa del Señor; sacrificio, ya que, celebramos la muerte y resurrección de Jesucristo, ofreciendo su cuerpo y su sangre; comunión, porque nos congregamos para la celebración y vivir en la unidad del Cuerpo del Señor; y misión, ya que, somos enviados a compartir con los hermanos nuestra fe, esperanza y caridad.
En este 2023, año de la vida en Cristo, estamos invitados a vivir al estilo de Jesús, Pan de Vida, siendo buen pan para nuestros hermanos, a través de nuestras palabras, acciones, gestos y sentimientos. Para ello, nos ayuda la celebración eucarística y nuestra oración frente al sagrario.
Jorge E. Flórez G., Pbro.
Vicario Pastoral
Arquidiócesis de Bucaramanga