Un día de refugio y amparo para todas las almas
Por: Rosa Osorio, Coordinadora de la Casa de la Misericordia Bucaramanga
“Deseo, dijo el Señor a Santa Faustina, que la Fiesta de la Misericordia sea un refugio y amparo para todas las almas… Las almas mueren a pesar de Mi amarga Pasión. Les ofrezco la última tabla de salvación, es decir, la Fiesta de Mi Misericordia” Diario 699-965.
El Domingo de la Divina Misericordia, fue instituido por San Juan Pablo II el 30 de abril del 2000, en la canonización de Santa Faustina Kowalska, en una invitación perenne para el mundo cristiano a afrontar con confianza, en la benevolencia divina, las dificultades y las pruebas que esperan al género humano en los años venideros.
“Ese día están abiertas las entrañas de Mi misericordia. Derramo todo un mar de gracias sobre las almas que se acercan al manantial de Mi misericordia. El alma que se confiese y reciba la Santa Comunión obtendrá el perdón total de las culpas y las penas” Diario 699.
Así que, acerquémonos con confianza a beber de este manantial eterno prometido por Jesús de la Divina Misericordia. Pero el Corazón de Jesús también desea que la respuesta a su Misericordia sea obrada desde la práctica de la caridad, o sea, también debe estar presente la acción, y por eso, nos enseña que la Imagen de la Misericordia es un recordatorio de la exigencia de las Obras de Misericordia: “Porque una fe sin obras, por fuerte que sea, es inútil” Diario 742.
En estos tiempos difíciles de la humanidad, la compasión que brota del Corazón de Jesús debe ser extendida a través de nuestra respuesta de misericordia al necesitado, al abatido, al que está lejos del Señor. Como Casa de la Misericordia, deseamos reafirmarnos en la certeza de que solo la Divina Misericordia nos llenara el corazón de la paz que tanto necesitamos todos.